Luisa recogiendo su premio en Jaén |
Los ganadores y las delegadas del Gobierno y de Educación |
Luisa, su familia, su profesor de lengua y las delegadas |
¡Enhorabuena a Luisa y a su familia!
Se
acercaba la Navidad y la familia de
Miguel escaseaba de dinero: Miguel que era muy blanquito, con ojos azules,
tenía un peinado bastante singular lo que le hacía una persona atractiva y un bigote
muy gracioso, era padre de dos hijos y pintor; en ese momento se ganaba la vida
pintando la perfumería de la esquina.
Relato ganador
POR VERTE SONREÍR
Los premiados de la provincia de Jaén recogiendo sus diplomas en Almería |
Su
esposa, Claudia, estaba en paro, había estudiado ingeniería pero no sacó
suficiente nota y lo dejó; sin embargo, Miguel le decía que era muy buena
escribiendo cuentos para pequeños.
A
Miguel le quedaban apenas 3 días para terminar las perfumería y no había
encontrado aún trabajo. Buscaba en los periódicos varias veces, iba a la
oficina de desempleo, y, de vez en cuando, se bajaba a dar un paseo por el
centro por si veía algún cartel de “se busca empelado”, pero no dio resultado.
Pasaron
3 días y la perfumería ya estaba completamente pintada, Miguel, al volver a casa, le dijo a Claudia:
-Claudia,
mi contrato se ha acabado, acabo de pasarme por el bar de Juan y he visto en el
periódico un anuncio de trabajo, es para hacer de payaso en una fiesta de
cumpleaños. Por lo visto el disfraz lo pagan los padres y me lo regalan y
¡hasta me invitan a comer! Es el sábado de doce de la mañana a seis de la tarde… ¿qué te parece?
-Bueno,
pues creo que deberías ir, al menos para ganar un poco más de dinero y luego
ya, pues vemos si ofrecen algún empleo -dijo Claudia muy segura de sí misma.
Esa
tarde llamó por teléfono a los padres del niño cumpleañero y le dieron el
puesto de trabajo, los padres le comentaron que el cumpleaños se celebraría en
el hospital y Miguel aceptó de todas formas.
Eran la
diez de la mañana del sábado y Miguel desayunó, se lavó los dientes y la cara,
preparó una mochila donde llevaba
dentro: globos, pinturas, dibujos, lápices y todas las cosas que iba a
necesitar. Se vistió, despidió a Claudia y abrió la puerta, estaba en
disposición de irse cuando una voz muy
dulce dijo:
-Papá ¿adónde vas?- Era Antonio, su hijo.
-Papá ¿adónde vas?- Era Antonio, su hijo.
-Antonio
¿ya te has despertado? Me voy a trabajar, dentro de un rato vuelvo.
-Papá,
¿por qué vas así vestido?-preguntó Antonio.
-Porque
voy a hacer reír a unos niños que están malitos en el hospital -contestó el
padre.
-¡Qué
trabajo más chulo!-respondió Antonio- los padres de mis amigos, trabajan en
trabajos más aburridos, pero tú, a diferencia, haces reír a los niños que están
malitos y merece la pena ir vestido así como vas.
Miguel
hizo un gesto de cariño a Antonio y se fue.
Cuando
llegó al hospital eran las doce menos diez, había llegado bien de tiempo.
Preguntó a la secretaria y dijo:
-¡Hola!
¿Ya has vuelto por aquí? Hoy deberías ir a la segunda planta. ¿Qué tal tu
semanita de vacaciones?
-Perdone,
no sé de qué me está hablando, yo solo he venido a un cumpleaños de un niño que
se llama Rubén…-dijo Miguel
-El
cumpleaños es al fondo a la derecha, en la sala de fiestas -dijo la secretaria.
Antes
de entrar en la sala había un tablón de anuncios, en ese momento no había de
trabajos, pero lo miró.
La
fiesta empezó bastante bien, todos se lo pasaron genial. Finalmente acabó a las
seis de la tarde. Esa noche estuvo un buen rato pensando con quién creía que
estaba hablando la secretaria y cómo le había encantado reírse con los niños,
pensó que al día siguiente se pasaría de nuevo por el hospital para hacerlo de
nuevo en las salas de fiestas, con más niños y completamente gratis. A Claudia
le pareció bien, así que a las doce de la mañana del domingo ya estaba Miguel
esperando a los niños con juegos, dibujos, globos, lápices, libros, películas…
se lo pasó de maravilla y al irse a su casa se acordó del tablón de anuncios,
miró y seguía sin haber puestos de trabajo, pero le entusiasmaba ver a los
niños reír, y el lunes volvió a visitarlos.
Pasaron
días, semanas y meses y Miguel seguía yendo al hospital a ver a los niños, ya
se sabía todos los nombres de los niños y niñas y cada vez estaba más feliz.
Al
final consiguió trabajo ¡se hizo cocinero!
Pero aún así, todos los fines de semana iba a visitar a aquellos niños
enfermos. Llegó tan lejos siendo el payaso del hospital que hasta creó una ONG
llamada “Por verte sonreír”.
1º de ESO B.
IES Auringis de Jaén
No hay comentarios:
Publicar un comentario