LAS CRÓNICAS DE NARNIA:
EL LEÓN, LA BRUJA Y EL ARMARIO
DE: C. S. LEWIS
RECOMENDADO POR:
LAURA BELTRÁN
MILLÁN, 2ºB
Era invierno, hacía frío y bastante viento, el justo para no sentir
los dedos de mis pies, así que decidí que lo mejor sería quedarme en casa al
lado de la estufa, respetando así que mis piececillos también estuviesen
calientes, pero había un problema que por muy infantil que pareciese a mí no me
hacía sentirme cómoda por muy cerca que estuviese de la pequeña estufa. Estaba
aburrida, por no decir que no hacía otra más que mirar el techo de esquina a
esquina, es decir, yo estaba acostumbrada a salir con mis amigos, a pasármelo
bien, a tomar el aire, a disfrutar, pero estaba más que claro que ese día, no
era el día.
Estando sentada en la sala mi madre entró y me preguntó qué estaba
haciendo ahí, tampoco me gustaba la televisión, nunca me ha llamado la
atención. Ni siquiera sabía yo qué hacía ahí sentada aparte de sentir mis pies
cada vez más calientes. En ese mismo momento mi madre me aconsejó que leyese
uno de los libros que se encontraba en una de las grandes estanterías que se
situaban en el despacho de mi padre, yo no era una niña que leyese con
frecuencia, no me llamaba la atención, pero no me quedaba otra opción, días
antes me castigaron sin teléfono móvil, así que entré en el despacho y comencé
a buscar algún libro que llamase mi atención. Lo encontré, se llamaba LAS
CRÓNICAS DE NARNIA: EL LEÓN, LA BRUJA Y EL ARMARIO.
Regresé a la sala y empecé a leer...
Trataba sobre cuatro hermanos, dos niñas y dos niños, el mayor era un
varón llamada Peter, le seguía una chica llamada Susan, el tercero de lo niños
se llamaba Edmun y la pequeña Lucy, esta última un tanto juguetona.
Vivían en una gran casa con su madre, pues su padre permanecía en la
guerra. Un día como otro cualquiera les tocó a ellos sufrir por ello, por la
peligrosa guerra, así que su madre no tuvo más remedio que enviarlos con un
anciano, este profesor, cuando él era más joven, el ruido era muy molesto , y esto
hacía mantener a la criada llamándole a menudo la atención a los niños.
Era la casa de un anciano, no estaba adaptada para cuatro jóvenes
aventureros que no podían parar quietos. Una tarde se encontraban todos en el
sofá de una de las pocas salas en las que se les permitía entrar o permanecer.
Cada uno se entretenía con una cosa, Peter y Susan leían, mientras que Edmun
jugaba a uno de sus juegos favoritos, pero Lucy...la pequeña Lucy se aburría, y
apenas habían llegado a esa vieja y sucia casa. Lucy después de pensar un buen
rato decidió preguntarle a sus hermanos si querían jugar al escondite durante
un rato, estos se negaban ya que el mayor, Peter, tenía más de quince años,
pero Lucy insistió hasta convencerles. Se la quedaba Peter... 1,2,3,4,5,6,7,8,9...
Todos encontraron escondite menos Lucy, así que se vio forzaba a
entrar en una de las habitaciones prohibidas, en esta se encontraba un gran
mueble viejo con una tela blanca encima. Al quitar la tela, Lucy pudo observar
que era un gran armario lleno de polvo, lo abrió con la llave y se metió entre
los abrigos, comenzó a andar hacia atrás, pues el armario parecía no terminarse
nunca...
Lucy notó cómo una rama le acariciaba suavemente la espalda por
detrás, algo imposible, pues se encontraba dentro de un armario. Dio dos pasos
más y cayó en un montón de nieve congelada. Lucy se dio la vuelta, no se lo podía creer, ¿qué
había dentro de aquel armario? Era otro lugar, otro mundo, y no se podía
imaginar las historias que les depararía a ella y a sus hermanos, a pesar de
que en un principio, ellos no la querían creer...
Me levanté de un salto de la estufa, ya tenía calor, pero también
tenía más y más ganas de leer, era increíble, me imaginé que por un momento yo
también formaba parte del libro.
A
partir de este libro comencé a leer más
a menudo hasta el día de hoy, se podría decir que abrió mis puertas hacía el
mundo de la lectura, y que realmente este libro me hizo darme cuenta del tipo
de libros que me gustan a mí, que me hacen más feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario